sábado, 2 de febrero de 2008

LA vejez



Aquí estoy sentado. Solo, triste y abandonado. ¿mi familia? Ahí está ; muy ocupada para darse cuenta que sufro; que día a día los pliegues de mi sonrisa se desdibujan.

Después de una vida dura, laboriosa ; con buenos y malos momentos, es todo lo que me queda. Di todo lo que podía y hoy sólo soy un estorbo.



He pasado el día sentado aquí ; nadie me ha mirado ; sí, perdón un perrito blanco se acercó a oler el chorizo que robé a mi nuera en la cocina. Sino ; nadie se interesó en mí ; la gente se interesa más en un perro; un gato ; o se vuelve loca cuando un ve un bebe ; pero un viejo como yo, da miedo ; hay que pasar lo más lejos posible ; puede ser contagiosa la vejez.



Sí; lo sé soy un amargado ; pero este último tiempo la vida me ha mostrado que no es muy vendedor ser viejo.



Con mi mujer tuvimos un hijo lo criamos con todo el amor que teníamos y nunca le faltó nada.

Cuando era niño le leía siempre un cuento; era siempre la misma historia porque le gustaba mucho para dormirse. Ahora no soporta cuando repito las mismas cosas.

Con los años las cosas han evolucionado ; yo no entiendo mucho todo esto de la informática y cuando pregunto se burlan de mí y me miran como si fuera tonto. El ya no se acuerda cuántas veces respondí a sus preguntas sobre la vida.

Si derramo comida o no logro atarme los cordones ; soy un estorbo.

Cierro los ojos y recuerdo cuántas veces lo hice por él

Le he dejado una carta. Pidiéndole.

Por favor hijo compréndeme; ayúdame a caminar como yo lo hice ; no te enfades , ni te burles si no entiendo.

Acompáñame con una sonrisa… Perdóname pero ahora el niño soy yo.